6 Y PICO DE LA MAÑANA (LAS NOCHES DE VALENTÍN)

Como ya refresca Valentín duerme dentro de casa. Al final nos hemos ablandado y aunque ahora las cuadras están ordenadas e impecables y se puede jugar a fútbol dentro, la verdad es que por las noches hace un frío de la hostia y no es plan de que el pobrico de Valentín se quede fuera. Hoy era, fue, su segundo día. El primer día no hubo complicaciones, fue perfecto, le pusimos una manta doblada en el rellano de nuestros dormitorios, justo en la escalera al lado del baño y ahí pasó toda la noche amagado, hecho un ovillo, sobando como un príncipe hasta la mañana, y luego antes de desayunar lo saqué fuera y tan feliz. Por si acaso le daba por hacer una expedición por la casa de madrugada me aseguré de cerrar todas las puertas. Hoy creí hacer exactamente lo mismo... Pues bueno, a eso de las 6 me levanté porque oí que Valentín estaba como inquieto escaleras para arriba escaleras para abajo y resoplando, y de vez en cuando un ladridillo. Nada más abrir la puerta vino muy alegre a saludarme y yo le acaricié la cabeza y me fui a mear... Mientras meaba escuché que subía ladrando a toda prisa hacia arriba. Salí de mear y subí a la sala de arriba. Ahí me encontré la puerta abierta, a Valentín de pie esperándome, la Play encendida y un charco de agua en el suelo. Encima del charco una botella de agua, y pensé: Joder, este hijoputa ya ha mordido la botella y la ha pinchado... Pfff... Y la alfombra empapada... Qué pereza... Tener que bajar ahora a por la fregona, limpiar... Bah... Con papel de cocina, y a tomar por culo... La alfombra ya se secará, al fin y al cabo es agua mineral. Así que con papel de cocina me dispuse a limpiar el "agua". Cogí dos trozos los eché al suelo y empapé y froté a base de bien... Mi sorpresa llegó cuando después de frotar y empapar me vi a las 6:20 de la mañana con una bola amarilla en mi mano empapada en meada de perro que olía a meada de mañana de resaca. Así que allí me quedé en medio del salón, bloqueado, con una cara de capullo integral durante unos segundos intentando relacionar todo... Al parecer Valentín se meaba como un cabrón, por eso subía, bajaba, y llamaba la atención, quería mear como fuera, entonces yo salí, y él pensó: Hostias! El gordo, salvado. Que me saque y meo. Pero yo sólo me limité a acariciarle la cabeza y a decirle: Qué pasa Valentin... Tranquilo... Duerme... Y me fui a mear. Al escuchar mi chorro de meada mañanero debió de sentir que en su vejiga tenía una bomba de meada a punto de estallar, así que subió arriba e hizo un cerco de pis alrededor de la alfombra. Gracias a Dios que no se meó encima del sofá ni hizo ningún destrozo más... Pues nada, ahí he estado limpiando toda la mañana el meado, he movido el sofá, la mesa, quitado la alfombra, fregado el suelo, lo he vuelto a fregar, todo ello con sus subidas y bajadas de cubo correspondientes para cambiar el agua con meada, y he enrollado la alfombra y la he bajado a las cuadras para ver cómo cojones la limpio... En fin, que Valentín por las noches duerme muy bien y yo soy un mamón que antes de irse a dormir tiene que revisar que las puertas estén cerradas, porque una cosa es que se mee en el suelo, que sí, es una gran putada, pero una gran putada de pasar una fregona, y otra es que se te mee en la alfombra del salón, que te haga limpiar varias veces el suelo, y todo esto lo haga a las 6 y pico de la mañana. La madre de todas las putadas.